¿Quienes son los judíos?
Durante milenios un pueblo estuvo vagando sobre este planeta como un inconfortable huésped, inspirando a la vez admiración, desprecio, odio y amor. Ninguna civilización demostró tanta vitalidad y voluntad de ser. Al cabo de centenares de generaciones, que se sucedieron en periodos de grandeza y decadencia, sufriendo innumerables intentos de aniquilación, finalmente, cuando esta nación recubre su tierra y que la prosperidad recompensa a su diáspora, en el momento en que se creería que alcanzó su conforte y bienestar, inevitables preguntas surgen y se imponen a nosotros:
¿Aporta el pueblo judío el bien al mundo?
¿Está este movido por una fuerza progresista y creativa o por la voluntad recurrente de dominación y de rechazo de los demás?
¿Busca sus propios intereses, despreciando a los denominados goyim o está gobernado por el imperativo moral de contribuir al bienestar del mundo?
Nosotros, Judíos por Rael hemos escuchado estas voces, que surgen de dentro o de fuera, algunas amenazadoras, otras bien intencionadas pero todas evidencian la crisis de identidad que atraviesa nuestro pueblo. Frente a la terquedad judía y a las numerosas manifestaciones de lo que podría ser considerado como pruebas de su rechazo de amar y el de escuchar a los sabios, nos planteamos sin rodeos la terrible pregunta: ¿Deben los judíos, como nación constituida, continuar a existir?
Dos reinos:
Los judíos están divididos en dos grupos de proporciones desiguales:
-los judíos polvorientos : el más numerosos de ambos grupos, que incluye a todos los judíos que consideran que su judaicidad reside en el mantenimiento de una serie de atavismos folclóricos como cortar el prepucio de los hombrecitos, o de repetir incansablemente las mismas oraciones proto-históricas y de perpetuar costumbres sofocantes y castradoras. De cierta manera esto sería aceptable como la expresión legítima de un pueblo, pero los judíos no son un pueblo cualquiera, son el Pueblo Elegido y como tal no se pueden satisfacer con tan poco.
-los verdaderos judíos: aquellos que perciben que su judaicidad induce un comportamiento ejemplar, el de una luz para las naciones, en todo momento, en todos los campos y con todos los humanos.
Si el primero se impone, el pueblo judío habrá sufrido y vertido ríos de lagrimas por nada, ya que no merecerá ninguna atención particular, aun menos el territorio de Palestina. Entonces Israel desaparecerá, no bajo los golpes de sus vecinos pero por causa de la implosión de su propio metabolismo: “¡lo que fue dado como Pueblo Elegido te será retomado si te satisfaces con la normalidad!”. Como viene en el dicho: “No se puede pedir el oro y el moro”. Como podrían probablemente decir los Elohim o Yawé: “no podéis tener Mi tierra si no actuáis como mi pueblo, ejemplar y bondadoso.”
Si el segundo acaba ganando, entonces se mantendrá la esperanza que podamos construir un Israel mejor, un Oriente Medio mejor y sobre todo un Mundo mejor. Entonces las más asombrosas realizaciones florecerán. La Tierra y el Cielo se alegrarán de nuevo y se reunirán en una inédita farándola. Si todas las naciones desempeñan un papel en vista de este reencuentro, a los judíos les toca la parte protagonista. A pesar de su actuación desfavorable, últimamente, nosotros los Judíos por Rael mantenemos la esperanza que nuestro glorioso pueblo se superará de nuevo, antes de que sea demasiado tarde, en la bondad, generosidad y humanismo el más completo.
¿Aporta el pueblo judío el bien al mundo?
¿Está este movido por una fuerza progresista y creativa o por la voluntad recurrente de dominación y de rechazo de los demás?
¿Busca sus propios intereses, despreciando a los denominados goyim o está gobernado por el imperativo moral de contribuir al bienestar del mundo?
Nosotros, Judíos por Rael hemos escuchado estas voces, que surgen de dentro o de fuera, algunas amenazadoras, otras bien intencionadas pero todas evidencian la crisis de identidad que atraviesa nuestro pueblo. Frente a la terquedad judía y a las numerosas manifestaciones de lo que podría ser considerado como pruebas de su rechazo de amar y el de escuchar a los sabios, nos planteamos sin rodeos la terrible pregunta: ¿Deben los judíos, como nación constituida, continuar a existir?
Dos reinos:
Los judíos están divididos en dos grupos de proporciones desiguales:
-los judíos polvorientos : el más numerosos de ambos grupos, que incluye a todos los judíos que consideran que su judaicidad reside en el mantenimiento de una serie de atavismos folclóricos como cortar el prepucio de los hombrecitos, o de repetir incansablemente las mismas oraciones proto-históricas y de perpetuar costumbres sofocantes y castradoras. De cierta manera esto sería aceptable como la expresión legítima de un pueblo, pero los judíos no son un pueblo cualquiera, son el Pueblo Elegido y como tal no se pueden satisfacer con tan poco.
-los verdaderos judíos: aquellos que perciben que su judaicidad induce un comportamiento ejemplar, el de una luz para las naciones, en todo momento, en todos los campos y con todos los humanos.
Si el primero se impone, el pueblo judío habrá sufrido y vertido ríos de lagrimas por nada, ya que no merecerá ninguna atención particular, aun menos el territorio de Palestina. Entonces Israel desaparecerá, no bajo los golpes de sus vecinos pero por causa de la implosión de su propio metabolismo: “¡lo que fue dado como Pueblo Elegido te será retomado si te satisfaces con la normalidad!”. Como viene en el dicho: “No se puede pedir el oro y el moro”. Como podrían probablemente decir los Elohim o Yawé: “no podéis tener Mi tierra si no actuáis como mi pueblo, ejemplar y bondadoso.”
Si el segundo acaba ganando, entonces se mantendrá la esperanza que podamos construir un Israel mejor, un Oriente Medio mejor y sobre todo un Mundo mejor. Entonces las más asombrosas realizaciones florecerán. La Tierra y el Cielo se alegrarán de nuevo y se reunirán en una inédita farándola. Si todas las naciones desempeñan un papel en vista de este reencuentro, a los judíos les toca la parte protagonista. A pesar de su actuación desfavorable, últimamente, nosotros los Judíos por Rael mantenemos la esperanza que nuestro glorioso pueblo se superará de nuevo, antes de que sea demasiado tarde, en la bondad, generosidad y humanismo el más completo.